Kiko Arcas, fotógrafo y ornitólogo de vida salvaje, nos cuenta algunos de los trucos del oficio para crear excelentes fotografías de aves
La fotografía de vida salvaje abarca mucho más que solo la fotografía. Antes de tener la oportunidad de encuadrar el sujeto y disparar el obturador, hay que pasar días planeando, siguiendo y observando; horas identificando y preparando el puesto de observación perfecto; e inevitablemente, una cantidad indeterminada de tiempo esperando a que todo salga como debe ser.
Por lo tanto, prepararse para el éxito va más allá de elegir la cámara y el objetivo adecuados para el trabajo. En este artículo, Kiko Arcas describe su enfoque sobre el arte de la fotografía de vida salvaje.

Equipo esencial
“El equipo que llevo un día cualquiera sobre el terreno consiste en primer lugar en lo más imprescindible: una buena mochila que sea lo más cómoda posible, que aguante el peso de todo mi kit y, sobre todo, que sea impermeable”, explica Kiko.
“Es fundamental que cuente con bolsillos para almacenar diferentes herramientas. Me refiero a cosas como una navaja, unas pequeñas tijeras de podar y cinta adhesiva.
“En cuanto al equipo fotográfico, en la mochila normalmente llevo dos cuerpos de cámara. Me gusta colocar la FUJIFILM X-H2S con el FUJINON XF200mmF2 R LM OIS WR en el compartimento del medio. A la izquierda llevo la FUJIFILM X100VI y a la derecha el FUJINON XF150-600mmF5.6-8 R LM OIS WR.
“El resto de los compartimentos los uso para guardar el FUJINON XF18-55mmF2.8-4 R LM OIS, mis prismáticos y otros kits como tarjeteros, baterías, entre otras cosas”, añade Kiko. “Otro elemento indispensable es un trípode resistente pero ligero, idealmente de fibra de carbono, que cuente con un buen cabezal de trípode”.

Para el trabajo de Kiko es fundamental poder mimetizarse con su entorno. “El siguiente artículo de mi lista es un escondite plegable”, explica. “El mío es fácil de transportar, ligero y, lo que es más importante, se puede montar en solo unos segundos”.
También subraya la importancia de tener en mente los aspectos básicos del trabajo al aire libre. “Una de las cosas más importantes, que muchos fotógrafos olvidan, es llevar ropa buena, cálida e impermeable, así como un buen calzado.
“No hay nada peor que tener que esperar mucho tiempo con frío y humedad y no llevar la ropa adecuada; lo pasarás muy mal. Por lo tanto, los guantes, el gorro y los pantalones impermeables son enseres imprescindibles en mi mochila durante el invierno”.
Hay una última herramienta especializada en la que Kiko confía para la mayoría de sus trabajos. “La herramienta imprescindible en la mochila de un fotógrafo de vida salvaje es un buen par de prismáticos”, afirma.
“Estos ayudarán a localizar las especies que queremos fotografiar, o simplemente encontrar a una distancia donde podamos poner nuestro escondite. Utilizo los prismáticos FUJINON Hyper-Clarity 8×42 por dos razones esenciales: ofrecen una excelente nitidez y una construcción buena y ligera”.

Las herramientas adecuadas para el trabajo
Las extenuantes condiciones a las que Kiko se enfrenta regularmente explican su elección de cámara y objetivos. “La fotografía de la naturaleza es una disciplina difícil, tanto para el equipo como para los propios fotógrafos”, señala.
“La lluvia, la nieve, el calor y el polvo nos ponen a prueba en numerosas ocasiones. Y lo que suframos nosotros, también lo sufrirá nuestro equipo, por lo que es importante que tanto la cámara como el objetivo sean herméticos contra estos fenómenos.
“No menos importante es el peso. A menudo trabajo desde un vehículo, o mi escondite se encuentra cerca de este, por lo que el transporte de equipos pesados no es un gran problema. Pero las cosas cambian cuando hago largos paseos, trabajo a mano alzada mucho tiempo o, además del equipo, tengo que llevar un trípode, una silla, un escondite portátil, comida y bebida. Con tanto peso, la espalda y los hombros se resienten.

“Por eso la proporcionalidad que existe entre el cuerpo de la cámara y el teleobjetivo de FUJIFILM es lo más importante. Contar con equipos potentes con un peso tan bajo hace que la fotografía de vida salvaje sea mucho más soportable.
“Si combino un cuerpo X-H2S con el XF150-600mmF5.6-8”, señala Kiko, “el peso total con empuñadura y baterías incluidas apenas es de 3 kg. Una distancia focal equivalente a 35 mm de casi 920 mm con ese peso es una maravilla.
“Solo porque sea ligero no significa que sea frágil. Este equipo es robusto y está listo para funcionar en cualquier condición”, dice Kiko sobre el equipo de imagen resistente a la intemperie de FUJIFILM. “Cuando me encuentro ante condiciones climáticas adversas, no me preocupo en absoluto”.

Planificación para el éxito
“En la fotografía de vida salvaje, tienes que saber qué quieres fotografiar, así como cómo y dónde”, aconseja Kiko. “Planifica cada trabajo antes de comenzar. Si no lo haces, la probabilidad de fracasar es alta y lo más probable es que vuelvas a casa con una tarjeta de memoria vacía.
“Incluso planificando la sesión, esta puede fracasar”, añade. “No debemos olvidar que estamos tratando con animales completamente salvajes y las cosas no siempre salen como uno quiere.
“Aquí es donde unos buenos prismáticos son vitales y donde debes poner en práctica el conocimiento que tengas sobre las especies que desees fotografiar. En mi caso, la experiencia adquirida durante todos estos años es fundamental. Empecé a salir al campo cuando tenía solo diez años y ahora, a mis casi 50, toda esa experiencia es un gran plus y hace que mi tarea sea mucho más fácil.
“Es necesario tener unas nociones básicas sobre la biología y la etología (comportamiento) de las especies. Incluso diría que necesitas conocimientos de meteorología. Todo esto ayuda a saber cómo afrontar las diferentes situaciones con las que te puedas encontrar”.

“Conocer las especies me ayuda a determinar la distancia a la que trabajaré. Fotografiar un petirrojo no es lo mismo que trabajar con un águila: el grado de aceptación del escondite no será el mismo.
“Mientras que con un petirrojo puedo trabajar a un par de metros de distancia, con un águila esta distancia tiene que ser de al menos a diez o quince metros, y mi comportamiento en el escondite tiene que ser mucho más cuidadoso y cauteloso. Un petirrojo, si se asusta, probablemente vuelva al cabo de unos minutos, mientras que un águila no suele volver hasta al cabo de días o incluso semanas.
En la intersección de la ornitología y la fotografía, el mejor trabajo de Kiko surge cuando se asegura de que la apariencia del sujeto objetivo coincida con unas condiciones de iluminación favorables.
“Una vez que sé qué especies quiero fotografiar y dónde se encuentran, sigo sus movimientos y hábitos, especialmente en los momentos en los que me interesa fotografiarlas, normalmente temprano por la mañana o al final de la tarde. Siempre busco una luz suave, sobre todo me gusta la luz de los días nublados. Si se presenta la ocasión, la nieve es sin duda el elemento más fotogénico, ya que ofrece una luz increíble.
“No me gusta fotografiar cuando hace sol. “En los días en que el sol brilla con más fuerza, dejo de hacer fotografías o limito mi actividad a las primeras y últimas horas del día”.

Configuración del escondite
Una vez que se ha seleccionado una ubicación y un día con condiciones favorables, el siguiente paso es preparar el escondite. “La instalación de estos escondites siempre debe realizarse de forma discreta para interferir lo menos posible con el comportamiento del animal, de una forma que atraiga la mínima atención”, explica Kiko.
“Normalmente utilizo una red de camuflaje para ocultar la forma del escondite. A veces, simplemente uso un traje de camuflaje y una red para ocultar la forma del trípode o cubrir las partes metálicas brillantes, ya que pueden actuar como una verdadera señal de alarma, especialmente para los mamíferos.
“Antes de colocar el escondite, siempre busco una ubicación con el mejor fondo, composición y luz. Una vez que lo tengo en su lugar y mirando hacia donde quiero, todo lo que tengo que hacer es montar el equipo, entrar en el escondite y esperar.

Aunque esté escondido, Kiko debe ir igualmente con cuidado de no asustar al sujeto. “Solo puedo esperar a que el pájaro se pose en el lugar que haya estado estudiando. Si aterriza, mis movimientos siempre son lo más suaves posible. Cualquier ruido innecesario puede arruinar todo el trabajo en cuestión de segundos.
“Si quiero una alta tasa de éxito, tengo que ser lo más sigiloso posible”, comenta. “No hago ruidos ni movimientos repentinos con el objetivo o el trípode, y siempre pongo mi teléfono móvil en silencio. Estos detalles, aunque pueden parecer triviales, pueden suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Cuando el plan finalmente surte efecto, Kiko se asegura de disfrutar del momento. “Cuando el sujeto se posa en el lugar correcto, solo tengo que disfrutar de todo el trabajo que he hecho antes y llenar mi tarjeta de memoria de fotos y vídeos”.

Si parece que sea mucho trabajo de piernas para preparar la foto perfecta, es porque es así. Pero Kiko tiene un consejo práctico para quienes se estén iniciando en el campo de la fotografía de vida salvaje.
“El consejo principal para alguien que esté empezando es sencillamente disfrutar de cada minuto que pase en el campo, ya sea tomando fotografías o simplemente dando un paseo”, insiste. “Si pones pasión y amor en cada trabajo, tarde o temprano la naturaleza te recompensará con lo mejor de sí. Así que disfruta y persevera: la foto de tus sueños llegará”.