Creo recordar haber probado todas, o casi todas, las cámaras profesionales de Fujifilm, tanto de la serie X como de la serie GFX, es verdad, que algunas más tiempo que otras, por lo que resulta complicado sorprenderme.
La fórmula aplicada a esta cámara ha sido la de poner el sensor de la GFX100 en un cuerpo más pequeño, ese podría ser el resumen, pero el concepto de esta cámara va más allá.


Soy de esos fotógrafos que van todo el día con la cámara encima, no hago fotografía de estudio, trabajo en contadas ocasiones con trípode (algún encargo de fotografía de arquitectura), así que para mi sí, el tamaño y el peso importan. 900 gramos para una cámara de formato medio y 100 mpx… me parece brutal. Y sí, es una cámara que podría llevar a diario, vale, quizá no colgada del cuello, pero si en una bolsa al hombro, bueno, ya lo hago con mi 50R….
Para probar la cámara decidí montar una sesión editorial en la zona dónde vivo, algo fuera de mi rutina, ya que ni soy fotógrafo de moda ni de Editoriales, pero la actualidad de las bodas es la que es y en el momento de probar la cámara todavía no había empezado la temporada.

Me enfrenté a la cámara sin paños calientes, ni libro de instrucciones ni meses de pruebas. Cero problemas, casi todas las cámaras de Fujifilm tienen el mismo modo de funcionamiento, los mismos diales analógicos que adoro, y sobre todo el anillo del diafragma en el objetivo, y no es por romanticismo, es por velocidad y sencillez. La GFX 100S se te pega a las manos desde el primer momento, así que no me hizo falta periodo de adaptación.
Una vez manos a la obra me sorprendíó muchísimo el autofoco, tanto la precisión como la velocidad, y no, no es tan rápida como una xt4, lógicamente, pero deja muy atrás a mi 50R. En este cámara no echarás de menos un autofoco más rápido, de verdad. Podríamos hablar de lo preciso que es el enfoque al ojo, ya que a diferencia de mi 50r, esta tiene puntos de detección de fase, con lo que el enfoque continuo responde muy bien, pero tampoco lo probé a conciencia, así que no puede extenderme en este capítulo.

Algo de lo que nadie habla, la suavidad del obturador, parece que acaricies el disparador, y eso es una gozada, no es un golpe seco, sino amortiguado. Si a esta fórmula le añades el nuevo estabilizador, pues mejor que mejor. Yo no disparo a velocidades muy lentas, pero si que es cierto que para obtener toda la nitidez de esta cámara no viene mal. Un detalle, manía mía supongo, el boton trasero que activa el autofoco por fin está situado correctamente y bien dimensionado, parece una tontería, pero esas cosas para mi son muy importantes, porque hacen que te sientas cómodo a la hora de trabajar.
Como siempre la calidad, nitidez y color… te dejan sin palabras, para mí son las tres características básicas del sistema GFX, y esta cámara lo hace igual de bien que las otras, pero en un formato más pequeño, más rápido y más fácil. Disparar en formato medio pero con la agilidad de una cámara más pequeña.


Oye, mira que yo soy exquisito con el color, pero el modo “nostalgic negative” me ha enamorado, y las fotos que ilustran este artículo están editadas en este tono.
En definitiva, una cámara muy versátil, estoy deseando probarla en una boda real, una cámara muy potente en un envoltorio muy pequeño, para mi es una cámara redonda. Qué la cambie por mi GFX 50R ya es harina de otra costal, uno con los años se vuelve muy suyo… Y sí, la cámara me sorprendió.